... pero ahora llevo media hora sentada, viéndolas... tomando una, dos... regresándolas al plato. Me obligo a comerlas.
No es culpa de las palomitas, es culpa del tiempo, que pasa demasiado rápido cuando uno menos lo espera, cuando uno menos lo desea.
Hoy se antojaba tan lejano, y llegó, y pasó, y parece que no terminará pronto.
Pinche vida.
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1 comentario:
si...así son las condenadas palomitas...una tras otra y sin parar hasta que derrepente te encuentras con una superficie granulosa y vacía...
pensé que esto del blog había muerto pero ahora que de curiosa vi que lo mantienes vivo, espero poder hacer lo mismo yo también.
besos!
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