La primera experiencia fueron los cambios en las regulaciones del aeropuerto. El habitualmente intrascendental vuelo Hangzhou- Beijing, tiene su primer obstáculo en la entrada a Xiaoshan International Airport, uno de los tantos seleccionados por el gobierno chino para pasar por regulaciones especiales de seguridad. Habitualmente las medidas de seguridad son tan mínimas (especialmente si uno está acostumbrado al maltrato para viajar a Estados Unidos), pero ahora apenas cruzando las puertas de cristal pasamos el chequeo de materiales explosivos. El aeropuerto se encuentra además patrullado no solamente por la guardia habitual, sino también por un despliegue especial policiaco (¿militar?).
Sin querer tenía un encendedor en mi bolsa, del cuál fui despojada por razones obvias. Viendo a los chinos en la sala de fumadores, me puse a pensar en cómo es que le hacen para seguir prendiendo su vicio. Sabrán que los chinos son fumadores asiduos*, y las tiendas del aeropuerto venden cigarros pero no encendedores ni cerillos. ¿La solución? Poner en la sala de fumadores encendedores amarrados con un hilo (como si fuera una pluma en un banco). Poco impide robarse ese encendedor y subirlo al avión (y prender una bomba como en las caricaturas).
Si pensábamos llegar a medianoche, todo parece indicar que llegaremos en las primeras horas de la madrugada. El mal tiempo en Beijing no nos permitía despegar. Mucho se ha comentado en los periódicos internacionales sobre el problema de la contaminación del aire en Beijing, así que el gobierno chino se encuentra al parecer feliz de esta lluvia que podría permitir que comience a despejar el cielo beijinés. Total, ellos saben cómo hacerle para que deje de llover: el 7 de agosto 2007, todo parecía indicar que habría tremenda tormenta al día siguiente, arruinando la ceremonia de conteo de un año para el inicio de las aoyunhui*. No solamente no llovió, sino que tuvimos un preciado 'día azul'* aquel 8 de agosto.
En fin, llegar a dormir a las 3 de la mañana será un insignificante sacrificio olímpico frente a tantos que ha hecho este país (y su gente).
No podría mentir... ¡estoy emocionada! Si bien es circunstancial el que yo asista a las olimpiadas, es una circunstancia que no se puede dejar de lado tan fácil. No es (como lo sabrán quienes me conocen) un amor al deporte. No, eso definitivamente no es lo mío. Todo lo que se puede ver tras este fenómeno mundial, si. Veremos si el mundo recibe la historia que Beijing 2008 quiere contarle.
En China, la industria que más aporta impuestos al arca pública, es la industria tabacalera.
奥运会 / ao yun hui / Juegos Olímpicos.
Día azul: aquellos días en los que la contaminación ambiental tiene niveles aceptables de acuerdo a los estándares del gobierno chino.
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